Los animales, además de colegas de juego, son unos excelentes compañeros de vida. A su lado los menores tienen un mejor desarrollo físico, emocional y social

Por Sonia Recio /Cortesía

Los animales de compañía mejoran la salud física y psicológica de las personas. Distintos estudios médicos han confirmado que convivir con una mascota ayuda a reducir la presión arterial y los niveles de cortisol (la hormona del estrés). Asimismo, proporcionan un importante apoyo social, contribuyen a disminuir el sentimiento de soledad y mejoran el estado de ánimo de las personas. Pero hay más. Para los niños y las niñas, cohabitar con un animal es especialmente provechoso. Los perros son los animales que más beneficios reportan. “Proporcionan más interacción física de la que podríamos tener con otros animales. Este hecho puede suponer una ventaja muy importante para los menores”, explica Jaume Fatjó, director de la cátedra Fundación Affinity Animales y Salud de la Universidad Autónoma de Barcelona.

Beneficios físicos y emocionales de tener mascota

Los canes no solo son grandes compañeros de juego, también facilitan el desarrollo y aprendizaje de ciertas habilidades emocionales y sociales. “Para las familias, el animal de compañía ofrece una oportunidad para cultivar en los menores el sentido de la responsabilidad y de la empatía, ya que dependen de nosotros para ser felices. Pero es importante que los adultos enseñen a los más pequeños a relacionarse bien con sus animales y, sobre todo, a respetar su necesidad de una cierta privacidad”, apunta Fatjó.

Según un estudio publicado en la revista médica Pedriatric Researchlos niños de entre dos y cinco años que conviven de manera activa con un perro, es decir, participan en sus rutinas diarias, como el paseo y la alimentación, muestran un mayor desarrollo emocional y social. El trabajo evidencia que los menores tienen un 30 % menos de posibilidades de presentar problemas de conducta o con sus compañeros de clase en comparación con otros menores que no tienen canes.

El informe también subraya el importante papel que desempeñan las mascotas a la hora de fomentar el ejercicio físico y evitar el sedentarismo. De acuerdo con otra investigación impulsada por Human Animal Bond Research Institute (HABRI), los menores de familias con perros llevan una vida más activa: tan solo pasear con el animal supone sumar 29 minutos diarios de ejercicio. Para los investigadores, tener un perro puede ayudar a combatir la obesidad infantil, considerada como uno de los problemas más graves del siglo XXI por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

A unas conclusiones similares ha llegado un estudio elaborado por un grupo de investigadores del departamento de Psicología de la Universidad Rovira i Virgili (URV), en Tarragona. Tras realizar un seguimiento a 120 niños de entre tres y cinco años y analizar el impacto del contacto con estos animales en su desarrollo social y emocional, resolvieron que la presencia de las mascotas desde los primeros años de vida es de gran ayuda.

Los animales aportan más sociabilidad y responsabilidad

por qué es bueno que los niños tengan mascota
Imagen: Getty Images

Las ventajas de convivir con perros no solo se aprecian entre los menores en edad preescolar. Los niños de más edad y los adolescentes también reciben los favores de estos animales. Los canes ayudan a mejorar la autoestima, aportan sensación de seguridad, permiten que los menores desarrollen el sentido de la convivencia, enseñan a compartir —no solo en el ámbito material, también en el emocional—, reducen el sentimiento de soledad y disminuyen el estrés. “Cualquier comportamiento afectivo hace que segreguemos hormonas que tienen que ver con el bienestar psicológico”, apunta Elena Daprá, psicóloga clínica del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid.

También ayudan a los niños y las niñas a socializar. “En el momento del paseo, por ejemplo, se produce un encuentro con otros niños que también tienen perro. El animal, en estos casos, se convierte en un nexo, un algo en común que permite comenzar a hablar”, subraya.

Asimismo, los perros propician la adquisición de responsabilidades. “Si los padres quieren, se trabaja muy bien. Las responsabilidades conllevan un aprendizaje en valores. El hecho de utilizar la empatía impulsa el valor de no hacerle al otro lo que no quieres que te hagan a ti. Además, los perros hacen que se reduzca la agresividad: el animal responde a lo que tiene enfrente y si el niño está agresivo, el animal lo estará; y al contrario”, resume la especialista.

Las mascotas pueden ser terapéuticas

En el ámbito terapéutico, los animales son excelentes mediadores. En Estados Unidos es muy habitual introducirlos como apoyo en las terapias psicológicas, como en los casos de menores con estrés postraumático (TEPT). Este trastorno se caracteriza por síntomas muy claros: alteraciones negativas en la cognición, bajo estado de ánimo, mucha evitación, sobre todo con lo relacionado con el hecho traumático, y pensamientos muy intrusivos.

“El perro tiene algunas características que puede venir muy bien en los casos de pensamientos intrusivos. Un animal es un estímulo que refuerza el estar en un entorno seguro. Actúa, por tanto, como una base segura para experiencias, momentos y situaciones que hacen que el niño esté conscientemente en el presente”, explica Elena Daprá.

“También evoca emociones agradables que, de alguna manera, compensan las emociones desagradables que tienen los menores por el hecho traumático”, añade Daprá. “La terapia con animales tiene un alto porcentaje de éxito con niños, sin embargo, no hay pruebas fehacientes de que esta mejora sea exclusivamente por los animales”, concluye la psicóloga.

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