¿Puede hacerlo? No está claro. Pero el presidente de EE. UU. tiene razón cuando dice que las monedas de 1 centavo “nos cuestan literalmente más de 2 centavos”.
Cortesía The New York Times en Español
Por Yan Zhuang y Erica L. Green
Erica L. Green es corresponsal en la Casa Blanca
Desde que asumió el cargo, el presidente Donald Trump ha puesto la mira en grandes objetivos, como Groenlandia. Pero también ha apuntado a objetivos pequeños, como las pajitas o popotes de papel. Y las monedas de 1 centavo.
El domingo por la noche, Trump dijo que había ordenado al secretario del Tesoro, Scott Bessent, que dejara de producir nuevas monedas de 1 centavo, una medida que, según dijo, ayudaría a reducir un gasto innecesario del gobierno.
“Arranquemos el despilfarro del presupuesto de nuestra gran nación, aunque sea centavo a centavo”, dijo en una publicación en Truth Social, añadiendo que las monedas de 1 centavo “nos cuestan literalmente más de 2 centavos”.
No está claro si Trump tiene poder para hacer esto. Es el Congreso, no el Tesoro ni la Reserva Federal, quien autoriza la fabricación de las monedas de la nación, según la Casa de la Moneda de Estados Unidos.
Pero tiene razón en que los pennies, como se les llama a las monedas de 1 centavo de denominación, cuestan más de lo que valen. Durante años, expertos y funcionarios del gobierno han pedido que se elimine la moneda de 1 centavo, cuyo poder adquisitivo ha disminuido debido a la inflación, incluso cuando sus costes de producción han aumentado.
Según el informe anual de la Casa de la Moneda de Estados Unidos, el año pasado costaba 3,69 centavos producir y distribuir una moneda de 1 centavo. Esto significa que, teniendo en cuenta su valor nominal, cada penny tuvo una pérdida de 2,69 centavos.
El año pasado, la Casa de la Moneda emitió más de 3000 millones de monedas de 1 centavo, según su informe anual, con una pérdida de unos 85,3 millones de dólares. Los pennies, que a menudo se dan como cambio pero raramente se gastan, supusieron más de la mitad de todas las monedas que la Casa de la Moneda produjo ese año. El año pasado circularon en Estados Unidos unos 250 mil millones de monedas de 1 centavo, es decir, unas 700 por persona.
Países de todo el mundo han eliminado sus monedas de menor denominación en las últimas décadas.
En 2012, Canadá dejó de producir monedas de 1 centavo, describiéndolas esencialmente como una pérdida de tiempo y espacio y argumentando que la medida ahorraría millones de dólares al año. Desde entonces, las transacciones en efectivo se redondean al centavo más próximo, una vez añadidos los impuestos federales y provinciales sobre las ventas.
Australia retiró de la circulación sus monedas de 1 y 2 centavos en 1992, alegando la inflación y los costos de producción. Incluso antes, países como Suecia y Nueva Zelanda dejaron de acuñar sus monedas de 1 centavo.
En Australia, la eliminación de esas monedas “no ha importado para nada”, dijo Andrew Stoeckel, profesor honorario del Centro de Análisis Macroeconómico Aplicado de la Universidad Nacional Australiana. En Estados Unidos, dado lo poco que se utilizan las monedas de 1 centavo, la medida también tendría probablemente un impacto insignificante en la economía, aunque el gobierno probablemente ahorraría algo de dinero, dijo.
El movimiento para eliminar los pennies se ha enfrentado a una importante oposición. Americans for Common Cents, un grupo de defensa, ha argumentado que la eliminación de estas monedas no ahorraría dinero, porque “muchos gastos generales de la Casa de la Moneda se mantendrían y tendrían que ser absorbidos por otras monedas, aumentando sus costos por unidad”.
Además, la eliminación de la moneda de 1 centavo aumentará la demanda de monedas de 5 centavos, o nickels, que son aún más caras de producir y distribuir, a 13,78 centavos por moneda, dijo la organización. (La moneda de 10 centavos, o dime, es la más pequeña cuyo valor nominal es superior al costo de producirla).
Los defensores del penny también han argumentado que la eliminación de la moneda impondría de hecho un impuesto de 1 centavo sobre las ventas a los consumidores, porque los precios que terminan en 99 centavos son muy comunes.
Pero gran parte de la resistencia puede tener que ver con el sentimentalismo, dijo Stoeckel.
“La gente lo pondrá en un pisapapeles o algo así; probablemente habrá cierta acumulación”, dijo sobre la moneda de 1 centavo. “Es solo un tipo de recuerdo. No tiene importancia”.