Un pilar de las políticas del presidente Donald Trump han sido los aranceles, que son impuestos sobre los productos importados de otros países.
Cortesía The New York Times en Español
Los ha impuesto o ha amenazado con imponerlos como una forma de influir en las cadenas de suministro mundiales, aumentar los ingresos nacionales y obtener concesiones de otros países. Pero lo que a menudo se pierde entre las proclamas dirigidas al extranjero es quién paga en última instancia los aranceles. A menudo no es el país al que se le imponen.
Entender quién acabará pagando los costos más elevados significa comprender cómo funcionan las cadenas de fabricación, comercio y suministro, y cómo se acumulan los costos a lo largo de cada paso del complejo proceso. Tomemos por ejemplo el calzado.
Aunque estos son solo algunos de los muchos escenarios, los aranceles rara vez afectan a un solo grupo, ya que sus efectos se propagan por toda la cadena de suministro, y los fabricantes, minoristas y consumidores suelen compartir la carga de diferentes maneras.
A medida que las empresas intentan adaptarse para minimizar estos costos, algunos importadores pueden empezar a trasladar su producción a países sin aranceles elevados. Mientras tanto, los consumidores pueden cambiar sus hábitos de compra, adquiriendo otras marcas o productos alternativos que no se hayan visto afectados por el incremento de precios.
Aunque los investigadores y las personas que diseñan políticas pueden predecir algunos de estos efectos, el alcance total de las reacciones del mercado a menudo se desarrolla de formas inesperadas, determinadas por factores como la competencia local y la rapidez con que las empresas pueden cambiar sus cadenas de suministro.