Además de otros trucos con la pelota, aún no revelados, inventó la «Culebrita Macheteada» y se guardó la fórmula.

En sus 67 años ,LA POSITIVITEZ

Por Manuel Cañada/Cortesía

Fue en 1976 cuando se jugaban los primeros partidos nocturnos en el estadio Cuscatlán que lo vi hacerla por primera vez durante un partido en que su equipo Antel derrotó al poderoso Águila 3 goles a uno.

Perdían 1 a 0, cuando tomó la línea de fondo y engañó al defensor Julio Oliva para habilitar a Herbert Machón quien salió gritando. Sin embargo los aficionados celebraron eufóricos y le pusieron mayor atención a aquel alarde de técnica y de magia.

Después la haría ante destacados rivales en diferentes estadios del mundo. Pero esa noche el recordado Rosalío Hernández Colorado lo bautizó como «El Mago», que en España derivaron a «Mágico».

Y con su anárquico verbo también ha aportado frases y vocablos sui géneris que los aficionados han incorporado a su lenguaje como el «¡metido benigno!», «¡no nos olvidemos de Diosito», «nuestro querido paisito» y la más célebre: la «positivitez».

Ese término lo improvisó con genuina preocupación, cuando un periodista lo interrogó sobre la actitud que deberían asumir los seleccionados nacionales en una situación adversa. Lo dijo Jorge González para animar a nuestros muchachos, en realidad fue un mágico error que debe haber provocado la risa o la cólera de algún purista del idioma, aunque Orlando Canjura Urrutia, Armando Segovia e Iván Leonel Zapata, exquisitos en esos menesteres le han perdonado todo al buen Jorge.

Lo cierto es que a partir de entonces la palabra se volvió común o viral como suele llamárseles a esos vocablos que se adoptan espontáneamente ya que pueden llegar a ser parte del caló popular si muchos los usan y hasta los vuelven recurrentes en sus conversaciones.

Me causa mucha gracia cuando el término lo usa el destacado periodista Carlos López Vides, aunque lleve un tono malicioso y hasta cómplice. Es que tenemos en nuestra lengua adjetivos construidos con el sufijo ez: altivez, adultez, niñez, candidez, pequeñez.

¿Porqué no entonces, positivitez puede ser un término aceptado? Sería una buena forma de ejemplificar como nuevas expresiones pueden surgir de acuerdo a nuestras necesidades de darnos a entender.

Así también hay palabras que mueren o caen en deshuso por el aparecimiento de otras nuevas. Y en el fútbol sucede, por ejemplo en el pasado cuando un equipo era dominado y no podía salir de su terreno decíamos que lo tenían embotellado; ahora hablamos de que lo tienen contra las cuerdas o muy presionado; al enganche se le llamaba constructor y a los carrileros, zagueros laterales.

Un jugador hábil era amasador, un alevoso era shuco y un goleador era cañonero.

Y que decir cuando alguien hacía un fuerte disparo, se le decía un «cayacazo» aludiendo al jugador tico del FAS, Carlos «Cayaca» Marín quien había militado en el Murcia de España y tenía un cañón en su pierna derecha.

Por eso no creo que la palabra atente contra el idioma, es mas hasta podría nutrirlo.

Así que el «Mágico» la ha puesto en boca de muchos que tienen corazón futbolero, dejando por sentado que una lengua está viva, saludable y en constante cambio cuando se adapta y responde a las necesidades de sus hablantes. Y Jorge las usa para motivar a los cipotes allá en la FESFUT donde entre otras actividades trabaja de ídolo.

La selección nacional se preparaba para el Mundial 70, el gran Mon Martínez conducía la pelota y sus compañeros se la pedían al unísono. Entonces «El Coloso Oriental» exclamó: «¡Calmados, cuál es la sofoquina!»

También el recordado locutor Mario «Chamaco» Alfaro cuando el árbitro anulaba un gol que los aficionados ya habían celebrado, decía: «¡nos fuimos en la chicagüita!» o ante un fallo frente al arco : «¡y aquí no ha pasado nada!».

Hay otras expresiones que aunque han sido retomadas, se prenden en los aficionados. Así tenemos «¡telegrama sin dirección!» o «¡vaya usted a saber!» de Eugenio Calderón o la popular «¡apagamos la luz y nos vamos!» de Roberto Bundio.

Tales expresiones han sido usadas y se siguen usando en nuestro fútbol.

Cuando el estentóreo «JC Piedrasanta» exclama: ¡solo en El Salvador suceden esas cosas!», además de causar hilaridad, contagia a sus oyentes.

En los 90 a Sergio Gallardo se le ocurrió decirle «Purabauzá» al goleador del Alianza, Marcelo Bauzá, y aunque aquello le acarreó un fuerte reclamo del argentino la frase se volvió muy popular.

A mi manera de ver, todas esa son formas mágicas de jugar con las palabras… y me encantan.

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