Tres de cada diez niños y niñas no desayuna, un mal hábito que crece en la adolescencia. Estos menores llegarán a la siguiente comida con más hambre y tienen más riesgo cardiometabólico y en las funciones cognitivas
Solo siete de cada diez escolares desayunan todos los días algo más que una bebida, según un avance del estudio ALADINO 2023. Y son muchos menos los adolescentes que salen de casa con algo en el estómago. El desayuno no es la comida más importante del día, pero sí una comida principal que nuestros hijos no deberían saltarse, como tampoco debiera pasar con el almuerzo de media mañana o la merienda. ¿Por qué? Por muchas razones; una de ellas, la obesidad.
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En nuestro país hay menos niños de entre 6 y 9 años con sobrepeso u obesidad que hace cuatro años. Como se apunta en el estudio ALADINO (Estudio sobre la Alimentación, Actividad Física, Desarrollo Infantil y Obesidad), en 2019 esta epidemia alcanzaba al 40,6 % de los peques; hoy, al 36,1 %. A pesar de que la obesidad infantil desciende, lo hace de manera desigual según el nivel de renta, ya que el exceso de peso se mantiene en los menores de familias con bajos ingresos.
Los desayunos de los escolares
Precisamente, estos chavales tampoco desayunan con la frecuencia que debieran. Si bien en la actualidad hay más peques que toman el desayuno a diario, los que pertenecen a familias con rentas más bajas se saltan esta primera comida del día más a menudo.
En concreto, el 70 % de los escolares desayuna a diario algo más que una bebida; en 2019, lo hacía el 68,3 %. Y hay diferencias estadísticamente significativas: los niños tienen este hábito en mayor medida que las niñas y, sobre todo, el porcentaje de escolares que desayuna a diario es 17 puntos porcentuales más bajo en el caso de familias con rentas más bajas respecto las de rentas altas (61 % vs. 78 %). Por tanto, no desayuna el 30 % de los menores y, en el caso de los que pertenecen a familias con pocos recursos, el 39 %.
Al ser resultados preliminares, aún no conocemos qué desayunan. Pero sí sabemos que, en 2019, el 82,4 % de estos niños y niñas tomaba habitualmente leche, el 57,5 % galletas, un 54,1 % pan o tostadas y un 45,2% cereales de desayuno. Tan solo el 20,1 % incluía fruta fresca, el 16,9 % otros productos como huevos o jamón, el 16,8 % zumos, el 10,8 % batidos y el 12,2 % bollería.
Los desayunos de los adolescentes
El reciente ‘Estudio HBSC 2022‘ sobre los estilos de vida de los adolescentes entre 11 a 18 años, auspiciado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), desvela que, a medida que se hacen mayores, la costumbre de desayunar (algo más que un vaso de leche o zumo) es menor, sobre todo en el caso de las chicas. Así, mientras con 11 años desayunan el 60 % de los chicos y 54 % de las chicas, a los 15 años, toman el desayuno el 44 % de los muchachos y tan solo el 28 % de las chicas.
Pero, además de la edad y el sexo, hay otro dato que destaca una investigación realizada por expertas de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y de la Universidad de Vic – Universidad Central de Cataluña (UVic-UCC) con adolescentes de 12 a 18 años: el riesgo de saltarse el desayuno resulta un 30 % más alto en las chicas y un 28 % más alto en los chicos de posición socioeconómica más desfavorecida.
Por qué niños y adolescentes se saltan el desayuno
¿Por qué el 30 % de los niños y niñas no desayunan todos los días? ¿Y la mitad de los adolescentes? Si bien razones económicas, “desayunar” en soledad y seguir algunas dietas tienen su peso, como se apuntaba hace unos años en el estudio ‘El desayuno y el rendimiento escolar’ elaborado por una conocida marca de cereales, dos son las principales razones:
???? Falta de apetito
Para los expertos, que el peque o adolescente se levante sin ganas de desayunar está relacionado con los hábitos de cena o sueño de la noche anterior. Tomar como rutina cenar e irse a la cama antes ayuda, como también implantar la jornada escolar partida y, sobre todo, retrasar la hora de inicio de las clases en el caso de los adolescentes.
Si, aun así, tu hijo no quiere desayunar, ¿qué hacer? El pediatra Carlos Casabona apuesta en este artículo por mejorar el desayuno: planificarlo el día anterior con alimentos saludables o preparar un desayuno en diferido (“desayuno” o almuerzo en el colegio).
???? Falta de tiempo
Detrás del mal hábito de saltarse el desayuno puede estar la mala costumbre de levantarse con el tiempo justo. Pero no desayunar por dormir hasta tarde o por falta de tiempo tiene solución.
Las primeras horas del día con niños pueden ser estresantes, y por tanto quitar tiempo para el desayuno, pero puedes seguir ciertos consejos para gestionar las mañanas sin estrés y no descuidar la primera comida de la jornada.
Qué pasa si un niño se salta el desayuno
Como explica la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) en su campaña ‘Desayunar, almorzar y merendar. ¡No te los puedes saltar!’, es recomendable que la energía que necesita el organismo se reparta a lo largo del día. El desayuno, en concreto, debería aportar el 25 % o, bien, un 15 %, si se trata de un desayuno ligero, y el 10 % restante en el almuerzo de media mañana en el colegio.
Pero, y si no se desayuna, ¿qué pasa si un niño no quiere desayunar y se salta la primera comida de la jornada? Llegará a la siguiente comida con más hambre, por lo que es probable que coma más cantidad. Además, principalmente, hay tres consecuencias:
➡️ Aumenta el riesgo de sobrepeso, obesidad y otros problemas relacionados
“Omitir el desayuno se asocia con un mayor riesgo de desarrollar enfermedad coronaria, accidente cerebrovascular, peor control glucémico y resistencia a la insulina, así́ como los cambios negativos en los perfiles de lípidos”, destacan desde la AESAN.
Las evidencias no son totalmente concluyentes, pero sí que cada vez hay más estudios con menores que confirman que saltarse el desayuno a estas edades está relacionado con una mayor prevalencia de sobrepeso y obesidad y baja calidad nutricional en este grupo de población, como contábamos en nuestro monográfico sobre obesidad infantil (2021-22).
También existen investigaciones que asocian este mal hábito con un metabolismo de la glucosa alterado, por lo que hay más riesgo de desarrollar diabetes tipo 2. Y diversos estudios vinculan no desayunar con factores de riesgo cardiometabólico como la hipertensión, así que también afecta a la salud cardiovascular.
➡️ Afecta a la concentración, el rendimiento y la energía a lo largo del día
Numerosos estudios no solo han mostrado beneficios cuando se compara el grupo de peques que desayuna habitualmente frente al que no lo hace en los parámetros de riesgo cardiometabólico (obesidad, diabetes, tensión arterial y perfil lipídico), también en las funciones cognitivas.
“Los hallazgos sugieren que el consumo del desayuno tiene un efecto positivo a corto plazo en la cognición, la memoria, la atención y la función ejecutiva. Además, se ha observado que el rendimiento académico incrementa a la par que la frecuencia de desayuno, y saltarse el desayuno se asocia con un menor rendimiento cognitivo y emocional”, reconocen desde la Fundación Española de la Nutrición (FEN).
Los profesores lo notan. El alumnado que no desayuna se muestra débil y con falta de energía y menor capacidad de atención y concentración. De hecho, saltarse el desayuno hace que los menores estén más cansados e irritables, por lo que su rendimiento físico y mental merma. Las investigaciones al respecto asocian la omisión o una menor frecuencia del hábito de desayunar con pérdida de memoria visual y atención, mientras que el desayuno facilita las tareas que requieren atención, función ejecutiva y memoria.
➡️ Se relaciona con problemas de comportamiento
Los docentes también consideran que quienes se saltan el desayuno tienen peor comportamiento y una menor capacidad de relación con los compañeros. Y no solo es una apreciación. Los estudios más recientes también ven que afecta a la salud mental de los menores.
No desayunar se relaciona con niveles de estrés, ansiedad y depresión, sentimientos de baja autoestima, enfado, insomnio, confusión y preocupación y riesgo de comportamientos violentos como acoso escolar o peleas. De hecho, esta investigación reciente señala que saltarse el desayuno se asocia con mayores probabilidades de problemas de comportamiento psicosocial (autoestima, estado de ánimo y ansiedad) en una muestra nacional de casi 4.000 niños y adolescentes españoles.
Cómo hacer un desayuno saludable para los niños
Lo curioso de este último estudio es que también demostró que desayunar fuera de casa es casi tan dañino como saltárselo por completo. No en vano, en otros trabajos se ha visto, por ejemplo, que compartir la primera comida del día con la familia en niños de 10 años se asocia a una mayor frecuencia de consumo del desayuno a los 16 años.
Por tanto, no solo es importante desayunar, sino también dónde, con quién y qué. Hacer esta comida en familia y en casa sería lo idóneo, pero, si no es posible, ¿qué opciones tienen nuestros hijos? La AESAN considera que el desayuno, así como el almuerzo y la merienda, son “momentos para compartir con amigos, creando situaciones divertidas donde desconectar y disfrutar de forma saludable”. Por tanto, el recreo escolar puede convertirse en un lugar y tiempo para ese desayuno en diferido.
✔️ Desayunos saludables para niños
Pero no vale cualquier desayuno. Así debería ser nuestro desayuno. ¿Y el de nuestros hijos? Desde la AESAN recuerdan que debe ser sano y equilibrado, aumentando el consumo de productos de origen vegetal como frutas, hortalizas y legumbres, y cambiando hacia la ingesta de cereales de grano entero y de grasas con un perfil saludable. Y la FEN insiste en la importancia que ejercen ciertos aminoácidos como el triptófano y la tirosina, presentes en los alimentos ricos en proteínas, en la cognición y en el rendimiento escolar.
¿Hay un desayuno ideal para los peques? Intenta planificar las comidas de la semana, para hacer una mejor distribución de los nutrientes, y “procura que el desayuno contenga frutas, cereales integrales, grasas saludables (frutos secos, aguacate y aceite de oliva virgen extra) y proteínas (pechuga de pavo, huevo, jamón ibérico…)”, dice la AESAN.
Lo más recomendable es incluir un lácteo sin azúcares añadidos (leche, yogur o queso fresco), un alimento a base de cereales integrales (como copos de avena o pan integral) y una fruta (siempre mejor enteras que exprimidas). Pero si ves que introducir una pieza de fruta cuesta, convierte la fruta en el almuerzo del recreo.