“Los pronósticos son inciertos; la escasez severa de recursos que se avecinan para las pruebas diagnósticas, el tratamiento y los mecanismos para proteger a los encargados de la respuesta y provisión de atención médica de la infección, la imposición de medidas de salud pública desconocidas tales como el aislamiento y esquemas de cuarentena que infringen las libertades personales, las grandes y crecientes pérdidas financieras y los mensajes contradictorios de las autoridades se encuentran entre los principales factores estresantes que indudablemente contribuirán a una angustia emocional generalizada y a un mayor riesgo de enfermedad psiquiátrica asociada con COVID-19. Los proveedores de atención médica tienen y tendrán un papel importante en el tratamiento de estos resultados emocionales como parte de la respuesta pandémica”.

Así comienza el análisis que efectuaron las médicas Betty Pfefferbaum y Carol S. North, investigadoras del Departamento de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento, Facultad de Medicina, Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Oklahoma, publicado en los últimos días en la prestigiosa revista científica New England Journal of Medicine.

Según las autoras, “las emergencias de salud pública pueden afectar la salud, la seguridad y el bienestar de los individuos, causando, por ejemplo, inseguridad, confusión, aislamiento emocional y estigma”.

“Esto se puede observar a nivel comunidades, debido a pérdidas económicas, cierres laborales y escolares, recursos inadecuados para atención médica respuesta y distribución deficiente de necesidades”, advierten en el paper científico.

Es que de acuerdo a la visión de las investigadoras, “estos efectos pueden traducirse en una variedad de reacciones emocionales (como angustia o afecciones psiquiátricas), comportamientos poco saludables (como el uso excesivo de sustancias) y el incumplimiento de las directivas de salud pública (como el confinamiento en el hogar y la vacunación) en personas que contraen la enfermedad y en la población general. Una amplia investigación en salud mental ante desastres ha establecido que el sufrimiento emocional es omnipresente en las poblaciones afectadas, un hallazgo que seguramente se hará eco en las poblaciones afectadas por la pandemia de COVID-19”.

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