Fue un diciembre del año 2003, todo el mes había estado pensando
en que regalarle a mi hijo en navidad, yo trabajaba en ese tiempo
en una caja de crédito, en la cual me sentía muy bien trabajar.

Por: Marta Edith de Cáceres/La Edición

Un sábado de ese mismo mes le pedí a mi amiga Nancy que me
acompañara a ver mascotas, ya que mi hijo Angelito de seis años
me pedía que le comprara un perro grande y guardián porque
recientemente nos habíamos mudado a una zona de Lourdes
donde había suficiente espacio que en las casas de la ciudad.

En ese momento nos fuimos con Nancy a una venta de perros en el
mercado central, porque mi compañera me decía que ahí vendían
perros de raza más cómodos. Recorrimos todos los pasillos y no vi
nada que me llamara la atención, hasta que al final de un pasillo vi
a una anciana que tenía una jaula y dentro de ella a una rottweiler
negra con manchas cafés, quien parecía con su mirada pedir ayuda
para que la sacaran de la jaula, y en cuanto la vi, robó mi atención y
le hable con cariño y pareció que me conocía.

La señora vio que me interesó e inmediatamente me dijo que valía noventa dólares, mi interés pareció disminuir porque sentí que se aprovechaba y le dije, disculpe señora pero si uno viene al mercado es porque creo que
son mas cómodos, póngase en otro precio.

Mi compañera que era experta en el asunto le reprocho: No se
aproveche le damos cincuenta dólares y cerramos trato. Bueno dijo
hoy no he vendido nada, se los daré así. Inmediatamente la saque
de la jaula y ella pareció muy feliz que yo la había comprado.
La lleve conmigo y la anduve toda la tarde en mi vehículo. Parecía
muy feliz, llegue hasta en la noche a la casa y fue hasta al siguiente
día que le di la sorpresa a mi hijo.

A mi, me habían comentado que esta raza de perros; eran peligrosos y que le llevaba una amenaza a mi hijo, pero a la vez confiaba en que si ella recibía mucho amor de parte de la familia, la perrita no sería violenta con nosotros mientras crecía.

Mi hijo se puso feliz cuando la vio y me abrazo, gracias mamá por
mi regalo, me dijo como le pondremos, recordé que siempre me
había gustado el nombre de Sharon, lo sugerí y me dijo que así le
llamaría.

Con el tiempo me di cuenta que la señora que me la
vendió me mintió acerca de la edad de ella, porque luego comenzó
a mudar sus dientes y a los siguientes seis meses tuvo su primer
celo pero igual ya la teníamos en la casa y no la queríamos menos
por eso.

Pedí instrucción y aprendí mucho a cerca de esta raza, y me dijo
el veterinario que la llevara al perro, hasta en el segundo celo,
Queríamos cachorros de ella, por lo tanto la tuve que llevar muy
lejos, ya que una amiga tenía un varón muy bonito y recesivo.

Viaje con ella hasta la colonia Guatemala, el trayecto era de dos horas en el tráfico, cualquier cosa podía pasar, y uno de los primeros obstáculos fue: Que no andaba suficiente gasolina e ingrese a una gasolinera; en lo que llenaba el tanque, la Sharon hizo de las suyas, bajo el vidrio de la ventana; ya que era de sistema eléctrico y solo puso la pesuña en el botón y saz salió de un salto por la ventana, me quede perpleja, no podía creer como se había fijado; la manera de como bajaba el vidrio.

Pero en el momento creo que no puse mucha atención en la salida de ella del vehículo, porque después del salto corrió y lo primero que pensé, la
carretera, la atropellaran ahí, pero no fue así, porque inmediatamente corrió hacia la grama; tenia deseos de orinar, pero fue muy educada, al abrirle la puerta volvió a entrar al vehículo y se echó sobre la alfombra.

Seguí mi camino, al llegar al lugar parecía que ya conocía, se portó
muy bien al ver al rottweiler macho, no mostro ninguna aversión,
la deje 2 días; después fui a traerla, pero lo extraño fue que al
llegar; ella pareció feliz al verme y entro a mi vehículo, pero el
macho rottweiler llamado Ranger, estaba en la segunda planta y
salió al balcón a latirle, inmediatamente se salió de mi vehículo
como atendiendo al llamado de Ranger y regreso al lugar donde
estaba su amado, me dio mucha gracia y me dijo la dueña déjela
otro día mas, no quiere que se vaya, y muy obediente regrese a
casa sin mi mascota.
El día siguiente, llegue nuevamente por mi perrita, pero al parecer
ya, Ranger estaba conforme que se iría, porque al llegar no tuve
que esperar mucho, solo la llame y salió de donde estaba en
compañía de Ranger y hasta la llego a dejar hasta la puerta.
Pasaron dos meses y medio, la Sharon dio a luz a cinco bellos
perritos, pero desafortunadamente no sobrevivieron todos, solo

dos hembras, porque al parecer ella tenía falta de leche y no pudo
amantarlos a todos, vendí las dos cachorritas pero no a gente que
conocía, ojala y si las hubiera conocido, con el tiempo mi perrita
fiel, se me enfermo de la piel y el pelo le había cambiado de color,
pero siempre muy obediente y educada, un día había dejado el
chorro abierto del jardín, y el agua se caía, el vecino se dio cuenta y
salto un cerco de alambre; para cerrar el chorro, lo que nos
sorprendió que a pesar que lo conocía y hasta jugaba con él,
ahora era su enemigo, porque había entrado a la casa sin permiso.
Era juguetona, cariñosa, fiel, pero enérgica y guardiana cuando lo
ameritaba.
En el junio del año 2005, nació mi hija, a quien llevamos a casa
esperando la reacción de mi hijo y mi mascota, pero como siempre
me sorprendí, al bajarnos con la bebe en brazos, mi hijo la cargo y
salió con la niña hacia dentro de la casa, mi preocupación fue mi
perrita porque ella salió corriendo detrás de mi hijo, yo me asuste
creyendo que la mordería o sentiría celos de ella, pero fue increíble
al olerla supo que era parte de mí y solo lloraba queriendo
lamberla,
Desde ahí supe que también protegería a mi hija, y que ella sabia
que era parte de la familia.

Sucedió en el año 2010, tenia mi perra siete años, nos vimos
obligados a dejar nuestra casa, y nos venimos a la ciudad, donde la
madre de mi esposo, la casa no era pequeña, pero no podíamos
aprovecharnos, ya que mi mascota era muy grande para traerla,
decidí dejarla cuidando la casa, con la promesa que un vecino le
llevaría comida, en efecto le llevaba comida, pero ella necesitaba
compañía, yo trataba de visitarla cada quince días, pero siempre
salía llorando por ella, porque sentía que ella nos extrañaba mucho
y lloraba cuando cerraba el portón del garaje, pasaron dos años
pero todo ese tiempo fui a bañarla y trate de visitarla más seguido,
y mi padre se fue a vivir a esa casa para que el pudiera cuidar mas
de ella, pero cuando fui a sacar mis cosas para llevármelas , deje
la puerta abierta de mi vehículo, y al querer salir de ahí, vi que ella
estaba echada sobre la alfombra y al querer sacarla se resistió, y
entonces decidí llevarla a mi nueva casa, que aunque pequeña seria
de nosotros y podría tenerla ahí, pero ella no estaba bien de salud,
empezó a botar el pelo, la lleve al veterinario y me explico que
tenia algo muy complicado, a cerca de la matriz que había que
operarla, costaba caro y no había seguridad que quedara bien, me
puse muy triste, porque había hecho el esfuerzo de traerla, pero
solo para pasar los últimos meses con ella, la lleve hacerle algunos
exámenes, y estaba cerca para hacerle una ultrasonografía, hasta
que un día de pronto mi hija menor, quien había nacido y crecido
con ella se fue para su colegio, y ella siempre pasaba al garaje a
saludarla, y ese día no le hablo pensando que estaba dormida, pero
como a las diez de la mañana mi esposo fue hablarle y había
amanecido muerta sin habernos dado cuenta.

Al llegar de la escuela mi hijita tuvimos que darle la noticia, la cual la recibió con mucha tristeza, a pesar que no había sido su regalo si no el de mi hijo, mi hijo a este momento tenia diecisiete años y había formado
parte de la niñez de mis dos hijos, ahora se había ido, y había
dejado una gran vacío, la sepultamos cerca de la casa; mi hija lloro
mucho, y le prometí que para que ella supiera el significado que
había tenido en nuestras vidas, le haría esta pequeña historia.

Para mi querida mascota llamada Sharon, nuestra querida
rottweiler, quien vivió a nuestro lado quien nos protegió y nos dio
mucho cariño.

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