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Durante décadas, las instituciones del Estado, como la Fiscalía General de la República, el Órgano Judicial y el sistema carcelario del país estuvieron a merced de los intereses de los gobiernos pasados y no de la población.
Con el Gobierno del Presidente Nayib Bukele y la visión de convertir a El Salvador en un referente positivo a escala regional, era necesario que todos los órganos del Estado trabajaran conjuntamente para el bienestar de la población.
Es así que, con el apoyo de la Asamblea Legislativa se hicieron los cambios en el ministerio público. A su vez, el Gobierno transformó el sistema carcelario del país, bajo la implementación de una política de seguridad interna que, a este momento, sigue siendo exitosa.
“Tomamos la decisión de depurar el Ministerio Público, el Órgano Judicial y el sistema carcelario. Además, cambiamos las leyes para asegurarnos de que los terroristas no salieran de nuevo de la cárcel. No podíamos dedicarnos a invertir millones de dólares en construir infraestructura vial, si los salvadoreños no podían caminar libremente por esas calles”, afirmó el Presidente Bukele durante su quinto discurso ante la ONU.
El Mandatario sostuvo que, sin esos cambios, no serviría de nada invertir en áreas tan importantes como la salud y la educación, pues aseguró que desde las cárceles, las pandillas daban órdenes para matar o reclutar (forzosamente) a la juventud.
“De poco hubieran servido los esfuerzos que estábamos haciendo en mejorar la salud o la economía si seguían matando a la gente y los jueces y fiscales dejaban libres a los asesinos”, reiteró el jefe de Estado.
El Salvador es ahora un referente regional en temas de salud, seguridad, e innovación, gracias a las políticas públicas impulsadas por el Gobierno. Al mismo tiempo, bajo el liderazgo de la Primera Dama de la República, Gabriela de Bukele, se han reconocido los derechos de la Primera Infancia, garantizando con ello un futuro de oportunidades para las nuevas generaciones.
El Presidente Bukele aseguró ante la ONU que “no hay ni una sola receta ni fórmula que funcione para todos por igual”, pero considera que los países deben tener la actitud, el valor y la determinación de “hacer lo que se debe hacer, aun cuando otros te cuestionen, aun cuando otros te critiquen”.
