Por Jaime Lopéz Periodista La Edición

San Salvador.-España condena a 133 años de cárcel al Cnel. Inocente Montano por el asesinato de cinco personas entre ellos tres sacerdotes jesuitas.

Los hechos que se les atribuyen fueron cometidos entre el 15 y el 16 de noviembre de 1989. Montano es el primer militar salvadoreño condenado por este crimen.

LA REDACCIÓN La Audiencia Nacional de España ha condenado al coronel Inocente Orlando Montano a 133 años, 4 meses y 5 días de prisión como autor de 5 asesinatos terroristas por el caso Jesuitas. Montano era el viceministro de Seguridad Pública en 1989.

La matanza ocurrió durante la administración del expresidente Alfredo Cristiani entre la noche del 15 al 16 de noviembre de 1989 en la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA). Este es un momento histórico para las víctimas de El Salvador y para la Justicia Internacional, se lee en algunos twitter en las redes sociales, luego de conocerse la resolución judicial española “La verdad tarda, pero siempre llega, afirmó la reconocida abogada Bertha María Deleón quien además agrega, era ” El viceministro de seguridad del presidente Alfredo Cristiani, Inocente Orlando Montano, ha sido condenado en España a 133 años de prisión por los 5 asesinatos de los jesuitas.La noticia le ha dado la vuelta al mundo.

La Sección Segunda de la Sala de lo Penal consideró a Montano autor de cinco delitos de carácter terrorista (los jesuitas Ignacio Ellacuría, Ignacio Martín Baró, Segundo Montes Mozo, Armando López Quintana y Juan Ramón Moreno Pardo) por cada uno de los cuales le impuso una pena de 26 años, 8 meses y un día de prisión.asesinato de carácter terrorista.(los jesuitas Ignacio Ellacuría, Ignacio Martín Baró, Segundo Montes Mozo, Armando López Quintana y Juan Ramón Moreno Pardo) por cada uno de los cuales le impuso una pena de 26 años, 8 meses y un día de prisión.

Por cada asesinato, el coronel Montano contará con un límite de cumplimiento de condena que no podrá exceder de 30 años, así como la inhabilitación absoluta por el tiempo de la condena que comprenderá la privatización de todos los honores, de los empleos y cargos públicos; no elegir, ni ser elegido para cargos públicos, y «con la expresa reserva de las acciones civiles a los perjudicados» y el pago de los costos procesales del proceso.

La resolución de los jueces tomó en cuenta el contexto en el que se produjeron los hechos, cuando en 1989, El Salvador atravesó una ofensiva entre la guerrilla del FMLN y el ejército cuscatleco que duró más de diez años.

En el proceso de la audiencia Ibérica quedó constatado, que la promoción de la Academia Militar de Oficiales del Ejército Salvadoreño del año 1966 a la que pertenecía Montano conocida como “La Tandona” los oficiales de este grupo esperaban gobernar al final de la década”, una opción “que habían estado anticipando desde por lo menos 1980”. Fue “la clase más grande poderosa y cohesiva del Ejército. Dado su tamaño inusualmente grande”, concluyeron los magistrados.

Inocente Montano –según la resolución- era miembro del “círculo íntimo” de poder de este grupo, denominado “los compadres”, y participaba en las decisiones con los demás “paralelo al mando gubernamental”.

El padre Ellacuría como rector de la UCA era considerado uno de los analistas políticos más importantes del país e insistía en la idea de que no creía que fuese posible una victoria militar ni de las fuerzas armadas ni del FMLN. Se caracterizó por su influencia en la sociedad salvadoreña a través de sus artículos, charla, análisis y propuestas.

Esa participación en la vida pública le había creado poderosos enemigos y, de hecho, explica la sentencia, los jesuitas habían sido blancos durante toda la década de amenazas de muerte, registros y atentados en la UCA que fueron creciendo e intensidad y en número, hasta 49 en el año 1989; tanto fue el acoso institucional, que el Ejército difundió propaganda gubernamental en la que se coaccionaba a la población a repudiar la presencia de la compañía de Jesús en el país.

“En definitiva, el papel de la Iglesia como mediadora para tratar de acabar con la sangrienta guerra civil les granjeó la enemistad de la extrema derecha, quien temía que en la negociación se les privase de sus privilegios, y dentro de la Iglesia, se enfocaba especialmente a la figura de Ignacio Ellacuría, cuya insistencia hizo que cada vez hubiera más presión respecto de alcanzar una solución negociada al conflicto en los meses inmediatamente anteriores al asesinato de los jesuitas.

La línea dura centró su atención en obstaculizarla, teniendo en cuenta que uno de los elementos centrales de la negociación era la depuración de las Fuerzas Armadas, cuyos miembros rechazaban”, se lee en la resolución.

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